Un lugar al que vengo de vez en cuando, excelente atmósfera familiar y elegante, sin musica tan alta ni ruido de la cocina molestando. Aunque el lugar estaba frío porque tenían la puerta exterior abierta, al aire acondicionado es suficiente, aunque lo encendieron cuando llegamos más clientes. Las entradas siguen siendo perfectas, si podría casarme (y eso es imposible porque nadie me quiere) sería su excelente crema de elote, me arrepiento de no haber repetido. Me decepcioné por la lasaña, antes era la mejor lasaña boloñesa que podrías conseguir en la ciudad, llena de harta carne, exquisita salsa y muchísimo queso, hoy se volvió una más del montón. Si pudieras definirlo con tres palabras sería "De caja, embarrada de, qué vas a llorar?". La carne tiene días buenos y días malos. La arrachera estaba excelente... Al menos la de mi hermano porque la mía se pasó de cocida, tuve que cortar las partes quemadas por la parrilla. La bebidas, común. No opino mucho de eso porque odio la quina y mucha de su coctelería lleva agua tónica, pero a mis acompañantes les encantó. Por su parte, un buen tarro michelado (que me tocó un vaso, no un tarro) siempre viene bien. Por el servicio nunca vas a sufrir. Simplemente, el servicio que mereces/ por el que estás pagando. Espero volver pronto y darle una segunda oportunidad a esa lasaña, generalmente pido una lasaña y una pizza, pero si así fue la lasaña de decepcionante, no quería que pasara lo mismo con la pizza.

Se tardaron un poco en traer la carta de alimentos, las bebidas sugeridas están ricas, el personal es amable y el lugar está bonito